Se comenta que en un pueblo que se encuentra en la serranía del país, que había un sacerdote que tenía un alto poder de convencimiento sobre los pobladores. Resulta que en realidad era el demonio que se presento en el pueblo. Un día un joven lo vio haciendo rituales de mal en la propia iglesia. El joven no lo podía creer (dado que el sacerdote era un santo para ellos) Entonces fue a decirlo a todo el pueblo de lo que había visto. Pero nadie creyó lo que decía.
Otro día un señor fue a rezar a la iglesia. Como a la una de la tarde el señor encontró al sacerdote haciendo rituales (para ello en el pueblo había mucha producción, pero cada día se volvía menos productivo) el señor se impresionó y luego reunió a todos los pobladores en la plaza y dijo a todos ellos lo que había visto. La gente le creyó porque
Era un señor que jamás había mentido.
Entonces todos los pobladores se pusieron de acuerdo para expulsarlo del pueblo. Cuando todos se acercaban a la iglesia, uno de los pobladores se acercó primero que todos y le dijo: sacerdote muchos pobladores lo han visto haciendo rituales. El sacerdote le contestó: no es cierto, yo soy un enviado de Dios, pero a pesar de su explicación nadie le creyó y todos los pobladores en voz fuerte dijeron ¡que se vaya! ¡no lo queremos!. El sacerdote les dijo que nunca se iría de allí.
El pueblo se puso de acuerdo en que deberían quemarlo para que la maldición se fuera (porque cada vez se moría el ganado y la flora secaba) entonces fueron y rompieron la puerta de la iglesia y sacaron al sacerdote en medio de la plaza. Lo quemaron a la 1 de la tarde, pero antes que lo quemen dijo lo siguiente: ustedes serán maldecidos. ¡Todos Uds. morirán!.
El pueblo no creía que la maldición se cumpliera. Los pobladores celebraron hasta la madrugada del día siguiente. Se despertaron un día después de lo acontencido y notaron que la ganadería había aumentado.
Todos decían: ya lo ven, el sacerdote era la maldición del pueblo y todos ellos estaban muy contentos.
El mismo día a las 4 de la tarde el río se desbordó en el pueblo. Todos se desesperaron. Murió la mitad de la población del pueblo y toda la ganadería. La otra mitad logró escapar a los cerros más altos donde no llegaron las aguas. Todos los pobladores se metieron en cuevas. Unos decían que la maldición del sacerdote había ocurrido. Los que estaban a un lado decían que tenían razón y lo lamentaban. De un momento a otro el aire venía con fuego y todos los que estaban en las cuevas se quemaron y el pueblo desapareció. Hoy en día nadie vive en ese pueblo.
Las respuestas se reciben hasta las 3 p.m. del día lunes.
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