Deberían ser dos posts pero lo escribiré en uno.
Hoy buscando el nombre del jefe de redacción del suplemento cultural Babelia, del diario El País, me encontré con este número del 2006 titulado "Música por siempre joven - los sonidos de la electrónica" . Un número de Babelia dedicado a la llamada música electrónica. Dadas las peripecias sonoras que montamos con Escolástico en el proyecto marujatrax, quedan los testimonios de Matthew Herbert y Angel Molina como guía para quienes aun no comprenden esta pasión mecánico-tecnológica-sonora.
Un par de preguntas a Matthew Herbert:
P. El uso del sampler obliga a replantearse la concepción de autoría. ¿En qué términos habría de formularse?
R. Ahora es más difícil establecer la autoría en la música. A veces, son como arreglistas florales que toman los samplers como diferentes tallos. En la literatura, es vergonzante coger una cuantas palabras de Joyce, unas pocas de Lorca, y ponerlas todas juntas. En la música moderna, no. Creo que en la escritura con samplers no puedes decir que eres la primera persona en el proceso creativo. Estás usando la visión de otra persona como tu punto de partida. El autor, en cierta manera, se convierte en un consumidor.
P. ¿Se podría decir que trabajar con samplers es organizar el caos de sonidos que nos rodean mientras que trabajar con instrumentos convencionales sería una forma de reorganizar el silencio?
R. No creo que los sonidos sean caóticos a nuestro alrededor. Tienen un ritmo y un propósito como en una sinfonía de Beethoven. Los coches pasan según los cambios de las señales de tráfico que han sido programadas. Los teléfonos suenan más en unos momentos del día que en otros. Creo que a veces tenemos la oportunidad de descifrar algunos de los misterios de la vida escuchando detenidamente esos patrones. La música es una organización del sonido. Teniendo en cuenta esto, el sampler y la orquesta son idénticos.
Bueno ahí paramos la música.
Ahora las víctimas.
Preparando el breve informe sobre el reconocimiento y la justicia (coloquio realizado en la pontificia universidad católica), tuve la oportunidad de conversar con la filósofa Monique Castillo.
Ella tuvo como ponencia “El reconocimiento: ¿Una nueva pasión democrática?” . La brevedad del tiempo en TV no nos deja profundizar en el tema, pero Monique Castillo toca el discurso de un libro que está levantando debate en Europa. Se llama "El tiempo de las víctimas" (Le temps des victimes. Caroline Eliacheff, Daniel Soulez Larivière. Ed. Albin Michel)
Escuchar a Monique Castillo a pocos años del proceso de la CVR, y aún con muchas víctimas por reparar en el Perú, es por decir lo menos, intrigante.
Hoy además hubo un tiroteo y 33 muertos en EEUU. Mientras que en Irak hoy también hubo un número similar de fallecidos y 80 heridos en ataques con coches bomba y mortero. Sin duda las víctimas en el mundo siguen aumentando.
Monique Castillo nos dice que un sufrimiento es una cosa de afectividad y existe la posibilidad de sentir al otro como ser humano, y eso es un primer sentido del reconocimiento. La afectividad es una comunicación directa con el otro. "En un sentido crítico, una pasión democrática significa que la pasión es más fuerte que la razón, y en este sentido por ejemplo decía Toqueville que el peligro en la democracia es que la pasión por la igualdad sea superior a la pasión por la libertad. Y es lo mismo con el reconocimiento, porque el víctimismo es una manera de tratar a los otros como seres humanos con heridas, sufrimientos, pero la pasión es más grande que el principio de igualdad y de la justicia también"
Procuraré recuperar todo el audio de la entrevista a Monique Castillo. Espero que pronto llegue una traducción del tiempo de las víctimas a nuestro país.
Por lo pronto pueden revisar los siguientes textos:
Tiempo de víctimas, Nicole Muchnik
Las víctimas, Javier Ortiz
Y para los que saben francés, escuchar el siguiente podcast:
Caroline Eliacheff et Daniel Soulez Larivière, le 24 janvier
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